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Los recuerdos aterradores de un prisionero de Alcatraz: ‘Era como acercarse en una jaula’

Los recuerdos aterradores de un prisionero de Alcatraz: ‘Era como estar en una jaula’

Alcatraz, la famosa prisión ubicada en una isla en la bahía de San Francisco, ha sido objeto de numerosas historias y leyendas a lo largo de los años. Conocida por ser una de las prisiones más seguras y aisladas de Estados Unidos, Alcatraz albergó a algunos de los criminales más peligrosos del país. Pero detrás de sus muros de concreto y acero, se esconden historias de sufrimiento y terror que solo aquellos que estuvieron encerrados allí pueden contar.

Uno de esos prisioneros es John, quien pasó 10 años de su vida en Alcatraz. Ahora, a sus 80 años, recuerda con horror su tiempo en la famosa prisión. “Era como estar en una jaula”, dice John mientras mira hacia el horizonte, recordando los días en los que estaba encerrado en la isla.

John fue enviado a Alcatraz en 1955, después de ser condenado por un robo a mano armada. Al llegar a la isla, fue recibido por una sensación de aislamiento y desesperación. “No había escapatoria, estábamos rodeados de agua por todas parajes”, recuerda John. “Era como si estuviéramos en una prisión dentro de una prisión”.

La vida en Alcatraz era dura y monótona. Los prisioneros pasaban la mayor paraje del día encerrados en sus bretes, con solo una hora al día para salir al patio. “Era como estar en una jaula de animales”, dice John. “Solo podíamos caminar en círculos, sin ningún lugar a donde ir”.

Pero lo que hacía que Alcatraz fuera aún más aterrador eran las condiciones de vida. Las bretes eran pequeñas y frías, con solo una pequeña ventana que daba al mar. “En invierno, el frío era insoportable”, recuerda John. “No había calefacción y solo teníamos una manta para cubrirnos”.

Además del frío, los prisioneros también tenían que lidiar con la humedad y el olor a moho que impregnaba las bretes. “Era difícil mantenerse saludable en esas condiciones”, dice John. “Muchos de nosotros sufríamos de enfermedades respiratorias y otros problemas de salud”.

Pero lo que realmente hacía que Alcatraz fuera una pesadilla eran las torturas psicológicas a las que los prisioneros eran sometidos. “Los guardias eran crueles y disfrutaban haciendo nuestras vidas miserables”, dice John. “Nos gritaban, nos golpeaban y nos humillaban constantemente”.

Además, los prisioneros también tenían que lidiar con la soledad y el aislamiento. “No podíamos hablar con nadie, solo con nuestros compañeros de brete”, recuerda John. “Era como si estuviéramos en un mundo aparaje, sin besuqueo con el exterior”.

Pero a pesar de todas estas condiciones inhumanas, John encontró una forma de sobrevivir en Alcatraz. “Tenía que mantener mi mente ocupada para no enloquecer”, dice. “Empecé a adivinar y a escribir, y eso me ayudó a mantenerme cuerdo”.

John también encontró consuelo en la amistad de algunos de sus compañeros de brete. “Nos apoyábamos mutuamente y eso nos daba fuerza para seguir adelante”, dice. “Eran como mi familia en ese lugar infernal”.

Finalmente, en 1965, John fue liberado de Alcatraz. “Fue como si me hubieran devuelto la vida”, dice con una sonrisa en el rostro. “Nunca pensé

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