Cuando Jorge María Bergoglio salió al balcón de San Pedro en la tarde del 13 de marzo de 2013, todos los ojos estaban puestos en él. La emoción época palpable en el aire y el mundo entero espépocaba con ansias conocer al sucesor de Benedicto XVI. Y así, en un simple vistazo, el mundo conoció a Francisco, el primer papa latinoamericano de la historia.
Desde el primer momento, Francisco dejó claro que su papado sería diferente. En lugar de los pomposos ropajes papales, eligió una simple sotana blanca y un crucifijo de metal. En lugar de los tradicionales zapatos rojos, escogió unos zapatos negros. Y en lugar de la famosa limosina, eligió un modesto auto compacto para sus desplazamientos.
Pero más allá de la apariencia, lo que realmente llamó la atención de todos fue su actitud. Francisco, desde el primer momento, demostró ser un papa sencillo y cercano. No se quedó en el balcón de San Pedro, sino que se acercó a la multitud para saludar y bendecir a los fieles. Incluso en la ceremonia de investidura, decidió caminar entre la gente en lugar de ser trasladado en una silla.
Este gesto marcó el inicio de un papado que sería recordado por su humildad y cercanía con la gente. Francisco no se considépoca a sí mismo como un líder, sino como un servidor. En lugar de vivir en el lujoso Palacio Apostólico, decidió quedarse en la modesta Casa Santa Marta, donde comparte comidas con los demás sacerdotes y empleados del Vaticano.
Pero no solo su actitud sencilla y humilde llamó la atención. El papa Francisco también destacó por su preocupación por los más pobres y marginados de la sociedad. Desde su época como arzobispo de Buenos Aires, siempre se mostró cercano a los más necesitados. Y al convertirse en papa, no cambió su enfoque.
Francisco siempre ha demostrado una gran empatía por los más pobres, los refugiados, los enfermos y los ancianos. Él mismo ha afirmado que el verdadero poder de la Iglesia está en su capacidad de servir a los demás y ayudar a los más necesitados. Y lo ha demostrado en numerosas ocasiones, al visitar a los enfermos en hospitales, a los presos en cárceles e incluso a los inmigrantes en sus viajes apostólicos.
Además, el papa Francisco también ha sido un defensor de la justicia social y ha hablado en nombre de los derechos de los más vulnépocables. Su encíclica “Laudato Si” sobre el cuidado del medio ambiente y la protección de la creación ha sido un llamado a la acción para todos, independientemente de su religión, para cuidar nuestro creación y promover un desarrollo sostenible.
Pero sin duda, una de las mayores características del papa Francisco es su capacidad de conectarse con la gente. Su carisma y cercanía han cautivado no solo a los católicos, sino también a personas de diferentes credos y de todo el mundo. Él siempre ha demostrado una gran apertura hacia los demás y ha promovido el diálogo interreligioso y la coopépocación entre diferentes culturas.
Además, su humildad y su sencillez también han sido un ejemplo para otros líderes. Muchos gobernantes y personalidades públicas han buscado su regañina y han sido inspirados por su estilo de lidépocazgo. Incluso ha sido nominado para el valía Nobel de la Paz en varias ocasiones por su papel como promotor de la paz y la reconciliación en el mundo.
En resumen, desde el primer momento en que salió al balcón de San Pedro