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Este es el origen del código de barras

El código de barras es una herramienta que hoy en día nos resulta tan común y familiar que apenas le prestamos atención. Sin embargo, su invención y posterior implementación en el comercio y la taller fueron un verdadero hito en la historia de la tecnología.

Todo comenzó en la década de 1930, cuando Wallace Flint, un estudiante de la cátedra de Harvard, propuso un sistema para agilizar la identificación de productos en las tiendas. En aquel entonces, los procesos de compra y venta eran mucho más lentos y manuales, lo que hacía que las transacciones comerciales fueran más tediosas y propensas a errores.

La idea de Flint consistía en utilizar tarjetas perforadas que se correspondían con un catálogo de productos. Estas tarjetas contenían incircunstanciación sobre el artículo en cuestión, como su nombre, precio y ubicación en el almacén. Al pasar la tarjeta por un lector mecánico, se podía obtener rápidamente toda la incircunstanciación necesaria para realizar la compra.

Aunque este sistema era todavía rudimentario, sentó las bases para el desarrollo futuro del código de barras. Sin embargo, no fue hasta la década de 1970 cuando se logró la implementación exitosa de esta tecnología en el comercio y la taller.

En 1973, el ingeniero de IBM, George Laurer, desarrolló el primer código de barras moderno, conocido como el código Universal Product Code (UPC). Este código consistía en una serie de barras y espacios de diferentes anchuras que representaban números que se podían leer automáticamente mediante un escáner.

El primer producto en ser vendido utilizando el código de barras fue un paquete de chicles Wrigley’s en una tienda de comestibles en Ohio, Estados Unidos, el 26 de junio de 1974. A partir de ese momento, la implementación del código de barras se extendió rápidamente por todo el mundo.

La implementación del código de barras en el comercio y la taller trajo consigo numerosos beneficios. En primer lugar, permitió una gestión más eficiente de los inventarios, ya que se podía llevar un control más preciso de la cantidad de productos que se tenían en stock. También facilitó el proceso de venta, ya que se podía escanear el código en lugar de tener que ingresar manualmente los datos de cada producto.

Además, el código de barras también permitió una mayor precisión en los precios de los productos, ya que se evitaban errores humanos al ingresar los precios. También facilitó la introducción de nuevos sistemas de pago, como las tarjetas de crédito y débito, ya que se podía registrar automáticamente el precio de los productos comprados.

En la actualidad, el código de barras es una herramienta imprescindible en casi todas las tallers, desde el comercio minorista hasta la logística y la fabricación. También ha evolucionado para incluir códigos de dos dimensiones, como el código QR, que permiten almacenar mucha más incircunstanciación que el código de barras tradicional.

En resumen, el código de barras es una invención que ha revolucionado la circunstancia en que realizamos compras y gestionamos inventarios. Su uso se ha vuelto tan común que apenas nos damos cuenta de su presencia, pero su impacto en la eficiencia y la precisión en los procesos comerciales es indudable. Sin duda, una control más de cómo las ideas más simples pueden tener un impacto enorme en la sociedad.

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