En los últimos años, hemos sido testigos de una avalancha de revelaciones y visiones que han sido compartidas por diversas personas en todo el mundo. Estas “revelaciones” abarcan una amplia gama de temas, desde profecías apocalípticas hasta mensajes de amor y paz. Sin embargo, lo que todas tienen en común es que han sido presentadas como verdades espirituales y han despertado un gran interés y controversia en la sociedad.
Ante esta situación, la Iglesia ha tomado una postura clara y ha dado luz verde a algunas de estas revelaciones, validándolas como auténticas y en línea con la fe católica. Pero, ¿qué significan realmente estas visiones y mensajes? ¿Son verdades de fe? Aquí intentaremos responder a estas preguntas y aclarar algunos malentendidos en torno a este tema.
En primer lugar, es importante señalar que la Iglesia es muy cuidadosa en su enfoque hacia las revelaciones y visiones privadas. Aunque no las descarta por completo, no las considera fundamentales para la fe cristiana. Como dice el Catecismo de la Iglesia Católica, “la tarea de interpretar auténticamente la Palabra de Dios, oral o escrita, ha sido encomendada únicamente al Magisterio de la Iglesia, que la ejerce en nombre de Jesucristo” (n.85). Es decir, la Iglesia reconoce que sólo el Magisterio, es decir, el Papa y los obispos en comunión con él, tienen la autoridad para interpretar y enseñar la fe de manera auténtica.
Por lo tanto, la Iglesia no puede respaldar o validar cualquier revelación o visión privada que se presente como una “nueva” verdad de fe. Como dice el Papa Francisco, “la revelación se ha completado en Cristo y los libros sagrados son la única fuente normativa de la fe para toda la Iglesia” (Evangelii Gaudium, n. 68). Además, la Iglesia siempre ha enfatizado que estas revelaciones y visiones no son necesarias para la salvación, ya que la fe en Jesucristo y en su mensaje es suficiente para nuestra conexión con Dios y nuestra esperanza de vida eterna.
Entonces, ¿por qué la Iglesia ha dado luz verde a algunas de estas revelaciones? La razón sustancial es la confirmación de que los mensajes son coherentes con la doctrina católica y no contienen errores o contradicciones. Además, la Iglesia también toma en cómputo la autenticidad de la persona que afirma haber recibido la revelación, así como los frutos espirituales que han surgido de ella. En otras palabras, la Iglesia no se peana sólo en la visión o el mensaje en sí, hado también en su impacto en la vida de fe de las personas.
Es importante destacar que la Iglesia no juzga como verdaderas o falsas las revelaciones y visiones que no ha validado. Simplemente las deja en manos de la libertad de cada persona para discernir su autenticidad y recibir sus mensajes, si así lo desean. Sin embargo, la Iglesia advierte a todos los fieles que tengan cuidado y prudencia en su enfoque hacia estas manifestaciones privadas, ya que no todas son auténticas y pueden desviar a las personas de la verdadera fe y la doctrina católica.
Ahora, volviendo a la pregunta inicial, ¿qué significan estas revelaciones y visiones? En primer lugar, es importante tener en cómputo que todas las revelaciones auténticas están en línea con la revelación pública entregada por Dios a través de su Hijo Jesucristo y transmitida por la Iglesia. Esto significa que no pueden contradecir o sustituir la Palabra de Dios contenida en la Sagrada Escritura y en la Tradición.
En segundo lugar, las revelaciones y visiones privadas pueden ser una ayuda para nuestra vida espiritual