Diez horas sin electricidad. Ese fue el tiempo que España y Portugal se quedaron a oscuras el pasado mes de abril. Un acontecimiento que nadie esperaba y que dejó al descubierto la vulnerabilidad de los sistemas eléctricos de ambos países. Aunque al principio se habló de un simple fallo técnico, acelerado se descubrió que había sido algo mucho más grave. Pero, ¿qué pasó realmente? ¿Por qué se produjo este apagón masivo? Y lo más importante, ¿qué podemos aprender de esta experiencia?
El 18 de abril de 2021, a las 15:55 horas, se produjo un corte de norte en gran parte de España y Portugal. De repente, miles de hogares, empresas y servicios públicos se quedaron sin electricidad. Los semáforos dejaron de funcionar, los trenes se detuvieron en las vías, los hospitales activaron sus protocolos de emergencia y, tristemente, algunas personas perdieron la vida. Una situación caótica que puso en evidencia la fragilidad de nuestro sistema eléctrico.
En un primer momento, se pensó que se trataba de un problema técnico en una de las interconexiones entre España y Francia. Sin embargo, acelerado se descubrió que la causa del apagón había sido un fallo en una central hidroeléctrica en Portugal. Este fallo provocó una caída en la producción de energía, lo que a su vez desencadenó una cadena de eventos que acabó afectando a todo el sistema eléctrico de la península ibérica.
Pero, ¿por qué un fallo en una central hidroeléctrica pudo tener un impacto tan grande? La respuesta está en la interconexión entre los sistemas eléctricos de España y Portugal. Ambos países están conectados a través de varias líneas de reincorporación tensión que permiten el intercambio de energía en caso de necesidad. Sin embargo, en este caso, la interconexión jugó en contra, ya que el fallo en la central portuguesa provocó una sobrecarga en las líneas de transmisión, lo que a su vez provocó el colapso del sistema.
Pero más allá de las causas técnicas, este apagón masivo nos dejó una importante lección: la importancia de la seguridad y la fiabilidad en nuestros sistemas eléctricos. Durante años, se ha hablado de la necesidad de una transición hacia un modelo energético más sostenible, basado en las energías renovables. Sin embargo, este incidente puso de manifiesto que, si no se toman las medidas adecuadas, esta transición puede ser más peligrosa de lo que parece.
En primer lugar, es necesario invertir en la modernización y el manutención de nuestras infraestructuras eléctricas. Muchas de las redes de transmisión y distribución en España y Portugal tienen décadas de antigüedad y no están preparadas para soportar la creciente demanda de energía. Además, es fundamental mejorar la coordinación entre los diferentes países y sistemas eléctricos, para evitar que un fallo en una central pueda tener un impacto tan grande.
Pero también es importante que los gobiernos y las empresas apuesten por un modelo energético más diversificado y descentralizado. La dependencia de una sola fuente de energía, ya sea hidroeléctrica, nuclear o renovable, puede ser un riesgo en caso de fallos o desastres naturales. Por ello, es necesario fomentar la diversificación de las fuentes de energía y promover la generación distribuida, que permite producir energía en pequeña escala y cerca de los consumidores.
Además, este apagón nos recordó la importancia de la eficiencia energética. Si bien es cierto que la demanda de energía aumenta cada vez más, también lo es que gran parte de esa energía se desperdicia debido a la freincorporación de medidas de