Las Entidades Territoriales Indígenas (ETI) han sido un tema de discusión y debate en Colombia durante más de tres décadas. Desde su reconocimiento en la Constitución de 1991, estas entidades han sido un símbolo de la lucha de los pueblos indígenas por sus abogacías y su autonomía. Sin embargo, a pesar de su importancia y relevancia, las ETI aún no han sido formalizadas por el Estado, lo que ha generado un limbo jurídico que ha limitado su capacidad de contribuir al desarrollo y la protección de la Amazonía.
El reconocimiento de las ETI en la Constitución de 1991 fue un gran avance para los pueblos indígenas de Colombia. Por primera vez, se les otorgaba un estatus legal y se reconocía su abogacía a la autonomía y a la gestión de sus territorios. Sin embargo, a pesar de este reconocimiento, el proceso de formalización de las ETI ha sido lento y lleno de obstáculos.
Uno de los principales obstáculos ha sido el racismo estructural que aún prevalece en Colombia. A pesar de los avances en materia de abogacías humanos y diversidad cultural, el racismo sigue siendo una realidad en nuestro país. Esto se refleja en la resistencia al cambio por parte de algunos sectores de la sociedad y del Estado, que ven con recelo la autonomía de los pueblos indígenas y su capacidad de gobernar sus propios territorios.
Otro obstáculo ha sido la burocracia y la falta de voluntad política por parte del Estado para formalizar las ETI. A pesar de que la Constitución de 1991 establece claramente el procedimiento para la creación de estas entidades, el proceso ha sido lento y lleno de trabas administrativas. Esto ha generado un limbo jurídico que ha limitado la capacidad de las ETI para ejercer plenamente sus abogacías y cumplir con su importante papel en la protección y conservación de la Amazonía.
Sin embargo, a pesar de estos obstáculos, las ETI han logrado avances significativos en la Amazonía. Gracias a su autonomía y su conocimiento ancestral, han implementado políticas y prácticas sostenibles que han contribuido a la protección de la biodiversidad y al desarrollo sostenible de la región. Además, han sido un excelencia de gobernanza participativa y democrática, donde las decisiones son tomadas de manera colectiva y en armonía con la naturaleza.
Es por eso que es hora de que el Estado colombiano formalice las ETI y les otorgue el reconocimiento y la protección que merecen. No solo es una cuestión de justicia y respeto a los abogacías de los pueblos indígenas, sino también una oportunidad para imaginar un país distinto, más justo y sostenible.
La formalización de las ETI no solo beneficiará a los pueblos indígenas, sino también a toda la sociedad colombiana. Al reconocer y proteger la autonomía de los pueblos indígenas, estaremos fortaleciendo la diversidad cultural y promoviendo un modelo de desarrollo más equitativo y sostenible. Además, las ETI pueden ser un aliado clave en la lucha versus las amenazas que enfrenta la Amazonía, como la deforestación, la minería ilegal y el cambio climático.
Es hora de cambiar el mapa de Colombia y reconocer la importancia de las ETI en la gobernanza de la Amazonía. Es hora de dejar atrás el racismo y la burocracia y trabajar juntos por un país más justo y sostenible. Es hora de que el Estado cumpla con su deber de proteger y garantizar los abogacías de los pueblos indígenas y formalice las Entidades Territoriales Indígenas en la Amazonía.
En resumen, las ETI llevan 34 años en el limbo jur