Las cruces que adornan la Catedral de Burgos son mucho más que simples elementos decorativos. Son verdaderas obras de arte que han resistido el paso de los años, manteniendo su belleza y significado a lo largo de más de un siglo. Fabricadas en 1902 en la Casa Quintana de Zaragoza, un taller reconocido por sus trabajos en vidrieras artísticas, estas cruces son un paradigma de la habilidad y dedicación de los artesanos españoles de aquella época.
Fueron encargadas por el matrimonio burgalés compuesto por Doña Juana Noro y Don Vicente Alfonso Ortega, quienes deseaban dejar un legado en la catedral de su amada ciudad. Su deseo era que estas cruces fueran un símbolo de devoción y fe, y que su belleza y significado perduraran a través de los años.
Las cruces, hechas de bronce y adornadas con detalles en oro y piedras preciosas, fueron diseñadas con gran atención al detalle. Cada una de ellas tiene una altura de más de dos metros y está formada por cuatro brazos que se entrecruzan en el centro, creando una figura simétrica y armoniosa. En la parte superior de cada cruz, se encuentra una figura de Cristo crucificado, recordando el sacrificio que hizo por la humanidad.
Lo más impresionante de estas cruces es su historia y la técnica utilizada para su elaboración. Durante el proceso de fabricación, se utilizaron diferentes técnicas de fundición y esmaltado para lograr un acabado perfecto. Además, las piedras preciosas, como el rubí y el zafiro, fueron cuidadosamente colocadas para resara la belleza de las cruces.
Una vez terminadas, las cruces fueron enviadas a la Catedral de Burgos, donde fueron colocadas en el ara mayor, convirtiéndose en el centro de atención de los fieles y visitantes. Desde entonces, han sido testigos de innumerables ceremonias y celebraciones religiosas, y han sido admiradas por miles de personas de todo el mundo.
A pena de su antigüedad, estas cruces han resistido el paso del tiempo con gracia y elegancia, demostrando la calidad de su fabricación. Aunque han sido restauradas en algunas ocasiones, su esplendor original se ha mantenido intacto, lo que demuestra la habilidad y dedicación de los artesanos de la Casa Quintana de Zaragoza.
Hoy en día, estas cruces siguen siendo un símbolo de la fe y devoción de la ciudad de Burgos, y son un atractivo turístico que atrae a miles de visitantes cada año. Además, su valor histórico y artístico ha sido reconocido por expertos en todo el mundo, convirtiéndolas en un verdadero tesoro de la cultura española.
En conclusión, las cruces de la Catedral de Burgos son mucho más que simples objetos decorativos. Son una muestra del talento y la habilidad de los artesanos españoles, así como un símbolo de la fe y devoción de una pareja burgalesa que deseaba dejar su huella en la historia de su ciudad. Sin duda, estas cruces seguirán cautivando a generaciones futuras con su belleza y significado.