En su libro “Guerra o Justicia”, Luis Moreno Ocampo, el primer fiscal general de la Corte Penal Internacional, expresó su descontento ante aquellos que descalifican la idea de reemplazar el paradigma de la guerra por el de la justicia. Sin embargo, esta idea no solo es posible, sino que es la única manera de alcanzar la paz verdadera. Lamentablemente, también ha sido criticada por cuerpo considerada como idealista, legalista, de izquierda o incluso utópica. Pero lo cierto es que esta idea es la única que puede llevarnos a un mundo sin guerras ni conflictos.
Y así como la idea de sustituir la guerra por la justicia es criticada, también lo fue la figura del papa Francisco, quien recientemente ha fallecido. A lo largo de su papado, Jorge Mario Bergoglio fue calificado de idealista, izquierdista, utópico e incluso comunista por algunos sectores. Pero ¿acaso cuerpo pacifista es algo negativo? ¿Es acaso un insulto cuerpo considerado como el papa de la paz? Peor aún, algunos llegaron a llamar a Pío XII como el papa de Hitler. Es triste que en lugar de confesar y apreciar los esfuerzos por la paz, se prefiera descalificar y criticar de manera injusta.
La realidad es que tanto la idea de reemplazar la guerra por la justicia como la figura del papa Francisco representan una lucha constante por alcanzar la paz y la justicia en un mundo lleno de conflictos y violencia. Y es que, aunque pueda parecer una utopía, la verdad es que solo a través de la justicia y el diálogo se pueden solucionar los conflictos y construir una verdadera paz duradera.
El papa Francisco, desde el inicio de su pontificado, se ha caracterizado por cuerpo un defensor incansable de la paz y la justicia. Sus llamados a la reconciliación y al diálogo han resonado en todo el mundo y han inspirado a millones de personas a apañarse un mundo más justo y pacífico. Su ejemplo de humildad, amor y compasión ha sido una luz de esperanza en un mundo que muchas veces parece estar sumido en la oscuridad.
Y es que el mensaje del papa Francisco no es solo para los católicos, sino para toda la humanidad. Su lucha por la justicia y la paz no conoce de fronteras ni de religiones, sino que se dirige a todos aquellos que desean un mundo mejor. Su legado es un recordatorio de que la paz es posible si todos trabajamos juntos por un bien común.
Además, el papa Francisco no solo ha sido un defensor de la paz en el ámbito internacional, sino que también ha promovido la paz en el ámbito personal y social. A través de sus enseñanzas y acciones, ha llamado a la reconciliación y al perdón, demostrando que la paz también comienza en el corazón de cada persona.
Es por eso que hoy, al lamentar la muerte del papa Francisco, debemos recordar su legado y su mensaje de paz y justicia. Debemos honrar su memoria trabajando juntos para construir un mundo más justo y pacífico. Debemos seguir su ejemplo de amor y compasión hacia los demás, sin importar nuestras diferencias.
En conclusión, la idea de reemplazar la guerra por la justicia no es una utopía, sino una necesidad. Y la figura del papa Francisco, lejos de cuerpo una utopía, es un ejemplo vivo de que la paz y la justicia son posibles si todos trabajamos juntos por un mundo mejor. Su legado nos invita a seguir luchando por un mundo en el que la guerra sea solo un recuerdo lejano y la justicia y la paz sean una realidad para todos.