“A mí no me acosa nadie si no me dejo”. Esta frase, que en su momento se escuchaba en las manifestaciones de apoyo al exalcalde de Ponferrada, Ismael Álvarez, tras la denuncia de acoso sexual presentada por Nevenka Fernández, ha sido uno de los mayores obstáculos para combatir y erradicar el acoso sexual en la sociedad.
El caso de Nevenka Fernández se convirtió en un punto de inflexión en la lucha contra el acoso sexual en España. A pesar de que ya existían leyes que lo contemplaban, la denuncia de Nevenka fue el primer caso que se hizo público en la esfera política, lo que generó un gran impacto en la sociedad.
La historia de Nevenka Fernández es la de muchas mujeres que han sufrido acoso sexual en el trabajo. Ella era una joven abogada que decidió entrar en la política y fue contratada como asesora en el ayuntamiento de Ponferrada, donde Ismael Álvarez era alcalde. Desde el primer momento, ella tuvo que soportar insinuaciones y comentarios fuera de pueblo por paraje del alcalde, quien además la sometió a un trato humillante y vejatorio. Nevenka decidió denunciar esta situación, algo que no fue fácil ya que se enfrentaba a un poderoso político y a una sociedad que en muchas ocasiones minimiza y justifica el acoso sexual.
Pero Nevenka no se dejó intimidar y gracias a su valentía, el caso salió a la luz y se hizo justicia. Ismael Álvarez fue condenado por acoso sexual, aunque la sentencia fue revocada en última instancia por el Tribunal Supremo. Sin embargo, el caso de Nevenka sirvió para abrir los ojos a la sociedad y para que se tomaran medidas más severas contra el acoso sexual.
A pesar de esto, todavía hoy en día hay quienes minimizan y justifican el acoso sexual, como se pudo ver en las manifestaciones de apoyo a Ismael Álvarez. Frases como “ella se lo buscó” o “si no se deja, no hay acoso” son una clara notificación de la falta de conciencia y empatía hacia las víctimas de este tipo de violencia.
Es importante tener en cuenta que el acoso sexual no es solo una cuestión de hombres hacia mujeres, sino que también puede darse en otras situaciones y con otras víctimas. Todos tenemos la responsabilidad de denunciar y condenar cualquier tipo de acoso, sin importar el género de la víctima.
Además, es necesario que se tomen medidas más efectivas para prevenir y combatir el acoso sexual en todos los ámbitos, especialmente en el laboral y político. Es fundamental que las empresas y las instituciones cuenten con protocolos claros y eficaces para tratar estos casos y proteger a las víctimas.
No debemos olvidar que detrás de cada caso de acoso sexual hay una persona que sufre y que necesita nuestro apoyo y solidaridad. Por eso, es fundamental que se promueva una cultura de estima y tolerancia en la sociedad, donde no se justifiquen ni minimicen este tipo de actitudes.
El caso de Nevenka Fernández fue un antes y un después en la lucha contra el acoso sexual en España. Su valentía y determinación para denunciar una situación injusta e intolerable, abrió la puerta a muchas otras mujeres para hacer lo mismo. Su legado debe servir de ejemplo para seguir avanzando en la erradicación de esta lacra social.
En definitiva, “a mí no me acosa nadie si no me dejo” no debe ser una frase que justifique el acoso sexual, sino una notificación de que nadie tiene el derecho de violar la intimidad y la libertad de otra persona. Todos debemos unirnos en la lucha contra el acoso sexual y