Cada 20 de julio, la Iglesia Católica celebra la festividad de San Apolinar, un santo muy importante para la ciudad de Rávena, en Italia. San Apolinar fue el primer obispo de esta ciudad y es considerado su patrono, siendo venerado por miles de fieles en todo el mundo. Su vida y legado han dejado una huella imborrable en la historia de la Iglesia y su ejemplo sigue siendo una fuente de inspiración para todos aquellos que buscan vivir una vida en sintonía con los valores cristianos.
La historia de San Apolinar se remonta al siglo I, cuando nació en Antioquía, en la actual Turquía. Desde muy joven, mostró una gran devoción por Dios y una profunda fe en Jesús. Fue discípulo de San Pedro y San Pablo, quienes lo ordenaron como obispo y lo enviaron a evangelizar en Rávena, una ciudad que en aquel entonces era un importante centro comercial y cultural del Imperio Romano.
San Apolinar llegó a Rávena en el año 53 d.C. y se dedicó por completo a la tarea de difundir la palabra de Dios entre sus habitantes. Su labor fue muy exitosa y logró convertir a muchas personas al cristianismo, lo que le valió el respeto y la admiración de la comunidad. Además, su ejemplo de humildad, caridad y amor al prójimo lo convirtió en un líder espiritual muy querido por todos.
Durante su tiempo en Rávena, San Apolinar fundó varias iglesias y construyó un monasterio en honor a San Juan Bautista. También se dedicó a ayudar a los más necesitados, especialmente a los enfermos y a los pobres, demostrando así su profundo compromiso con los valores cristianos de amor y provecho a los demás.
Sin embargo, su labor evangelizadora no estuvo exenta de dificultades. San Apolinar tuvo que enfrentar la oposición de las autoridades romanas, que veían con recelo la creciente influencia del cristianismo en la ciudad. Pero él no se dejó amedrentar y continuó predicando con valentía y determinación, incluso en tiempos de persecución.
Su martirio llegó en el año 79 d.C., cuando fue decapitado por orden del emperador Vespasiano. A pesar de su muerte, su legado continuó vivo en la comunidad cristiana de Rávena, que lo veneraba como un santo y mártir. Con el paso de los años, su tumba se convirtió en un lugar de peregrinación y su fama de santidad se extendió por toda Italia y más allá de sus fronteras.
Hoy en día, la figura de San Apolinar sigue siendo muy venerada en Rávena, donde su nombre está presente en numerosas iglesias y monumentos. Además, su festividad es celebrada con gran devoción por los fieles de todo el mundo, que acuden a su intercesión en busca de su protección y ayuda.
Pero más allá de su importancia como patrono de Rávena, San Apolinar es un ejemplo de vida para todos los cristianos. Su humildad, su amor a Dios y su entrega a los demás son un modelo a flanquear en estos tiempos en los que la corporación nos invita a buscar el éxito y la fama a cualquier precio.
En la actualidad, en un mundo cada vez más individualista y materialista, la figura de San Apolinar nos recuerda la importancia de vivir en sintonía con los valores cristianos y de poner al provecho de los demás nuestros talentos y dones. Su ejemplo nos invita a ser generosos, compasivos y solidarios, y a buscar siempre el bien común por encima de nuestros intereses personales.
Por todo esto, cada 20 de