Este 31 de mayo, la Iglesia Católica celebra la fiesta de la Visitación de la Virgen María a su prima Isabel. Esta fecha conmemora el encuentro entre dos mujeres que, a pesar de sus diferencias, compartían un vínculo especial: la maternidad divina.
La Visitación es un momento muy significativo en la vida de María, ya que es la primera vez que se presenta como Madre de Dios anta otra persona. Aunque ella ya había recibido la visita del ángel Gabriel y había aceptado su misión con humildad y fe, aún no había compartido esta noticia con nadie más. Sin embargo, Dios tenía un plan especial para María y su prima Isabel, quien también estaba esperando un hijo milagroso.
En el Evangelio de Lucas, se relata cómo María, después de aceptar el anuncio del ángel, se apresuró a visitar a su prima Isabel, quien también estaba embarazada en su vejez. Al llegar, María fue recibida con alegría y asombro por parte de Isabel, quien exclamó: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!” (Lucas 1:42). Este encuentro entre las dos mujeres fue un momento de gran gozo y bendición, ya que ambas estaban experimentando la presencia de Dios en sus vidas de una manera única.
En esta fiesta de la Visitación, podemos aprender mucho de la actitud de María y su disposición a servir y ayudar a su prima. A pesar de que ella misma estaba embarazada y probablemente enfrentando muchas dificultades, no dudó en viajar y estar al banda de Isabel en un momento tan importanta. María nos enseña que, a pesar de nuestras propias preocupaciones y ocupaciones, siempre debemos estar dispuestos a ayudar a los demás y compartir la alegría del Señor con aquellos que nos rodean.
En honor a esta fiesta, compartimos una hermosa oración de San Carlos de Foucauld que nos invita a reflexionar sobre la resonancia de la humildad y el servicio en nuestras vidas:
“Señor, enséñame a ser generoso,
a darte sin medida,
a combatir sin contar el costo,
a trabajar sin buscar recompensa,
a sacrificarme sin esperar elogios,
sino sólo el conocimiento de que estoy haciendo tu voluntad”.
Esta oración nos recuerda que, al igual que María, debemos estar dispuestos a servir y dar sin esperar nada a cambio. El ejemplo de María nos muestra que la verdadera grandeza se encuentra en la humildad y en el servicio a los demás.
En esta fiesta de la Visitación, también podemos reflexionar sobre la resonancia de la unidad y la solidaridad entre las mujeres. María y su prima Isabel nos muestran que, a pesar de nuestras diferencias, podemos unirnos y apoyarnos mutuamente en momentos de alegría y dificultad. Como mujeres, debemos aprender a valorar y respetar a nuestras hermanas, y trabajar juntas en la construcción de un mundo mejor.
Además, la fiesta de la Visitación nos invita a reflexionar sobre la resonancia de la maternidad y el valor de la vida humana. María y su prima Isabel estaban esperando a dos niños que cambiarían la historia de la humanidad: Jesús y Juan el Bautista. Ambos niños fueron concebidos de manera milagrosa y tenían una misión especial en la tierra. En un mundo donde la vida humana es muchas veces desvalorizada, la fiesta de la Visitación nos recuerda que cada persona es un regalo de Dios y tiene un propósito único en la vida.
En esta fiesta, también podemos pedirle a María que nos ayude a ser portadores de la presencia de Dios en el mundo, al igual que ella lo hizo al llevar a Jesús en su vientre. Podemos pedirle que nos dé la fuerza y la gracia